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Palabras a la Comunidad Lorenciana

EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL COVID… REALIDADES PEDAGÓGICAS

 

Siempre creímos como seres humanos, que las condiciones de vida y las situaciones que habíamos construido con esfuerzo y dedicación, iban a perpetuarse y que todo siempre se mantendría, con uno que otro cambio, de la manera como lo planeamos. Hoy, la realidad nos muestra cuán lejos estábamos de lograr aquel fallido pensamiento.

En Educación sabemos que el aprendizaje se logra a través de las vivencias, más que sobre las lecciones impresas, con el hacer, más que sobre el memorizar mecánicamente, con el compartir y socializar, más que con el guardar un silencio aislado… y son estas estrategias las que, en nuestra nueva realidad, se hacen más presentes que nunca en cada uno de nosotros y en nuestras familias.

Si bien estamos asimilando la llegada de un virus que no conocemos, que no vemos, que solo sabemos que se despliega con gran velocidad y que es letal para muchos, también estamos asimilando de qué estamos hechos para enfrentarlo. Él ha logrado sacar lo mejor y lo peor de cada individuo, de cada comunidad, cada cultura, cada pueblo… cada nación. Ha tenido el poder de desmantelar las capas que les cubrían y permear sus más profundas estructuras, ya sea sociales, científicas, políticas, económicas y demás. Con lo cual, se ha podido comprender, en alguna medida, el porqué de sus realidades… sea para bien o para mal.

Pero, nosotros, cada ser, cada persona que hoy conoce, vive, siente y hasta sufre esta nueva situación, no somos ajenos a tal desmantelamiento. Al sacudir nuestra existencia en todas sus dimensiones, el Covid, nos ha permitido encontrarnos de frente con nosotros mismos, con nuestra realidad, con nuestra “estructura – base”, aquella que se ha tejido en el día a día, que se ha nutrido de nuestras expectativas de vida, de nuestros sueños, nuestras acciones, nuestros descuidos, nuestros olvidos o nuestras prioridades. Es en ese punto donde hemos descubierto la esencia de quiénes somos y qué hemos construido como personas, como familia, como profesionales…

Cuando comprendimos, que otros tomaban decisiones sobre nuestra existencia y que se iba de nuestras manos el poder de llevar a cabo lo que a bien deseáramos, como el salir a las calles, el compartir con otros, el mantener un ritmo de vida ya establecido o el ir de un lado a otro libremente, a sabiendas de que si no lo hacíamos nuestra vida corría peligro… fue allí cuando realmente “sí aprendimos a decidir”… decidimos si acatábamos o no las órdenes de protección , si nos cuidábamos para proteger a quienes amamos, si cambiando la realidad, sucumbíamos en un torrente de miedo, desesperanza y pesimismo o decidíamos si rescatábamos dentro de cada uno esa base de lucha, fortaleza, resiliencia, Fe y tenacidad que solo el quererse a sí mismo y  querer a los demás logra construir. 

- Profesora Dora Luz Morales

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